Muere Rickey Henderson, el “Rey del robo de bases”, a los 65 años

El béisbol ha perdido a uno de sus íconos más grandes. Rickey Henderson, el legendario miembro del Salón de la Fama y conocido como el “Rey del robo de bases”, falleció a los 65 años. La noticia fue confirmada por los Atléticos de Oakland, equipo con el que alcanzó gran parte de su gloria, quienes expresaron su “conmoción y desconcierto” ante su partida, aunque no se especificó la causa de su fallecimiento.

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Henderson dejó una huella imborrable en la historia del béisbol, no solo como el jugador con más bases robadas de todos los tiempos, sino también como un innovador en su posición. Con más de 1,400 robos de base en su carrera, una marca que aún permanece intacta, Henderson cambió el juego de maneras que pocos podrían imaginar.

Su destreza y audacia para robar bases lo convirtieron en uno de los jugadores más temidos de su era. Con sus 939 robos superando a Lou Brock en 1991, Henderson se adueñó de un récord que parecía inalcanzable.

A lo largo de su carrera de 25 años, jugó para diversas franquicias, incluidos los Atléticos de Oakland, los Yankees de Nueva York, los Mets de Nueva York, Toronto, San Diego, Anaheim, Seattle, Boston y los Dodgers de Los Ángeles.

Durante este tiempo, Henderson cosechó numerosos premios, incluidos el Jugador Más Valioso de la Liga Americana en 1990 y dos títulos de la Serie Mundial (1989 con Oakland y 1993 con Toronto). Además, su capacidad para liderar la liga en robos y su impacto como primer bate le aseguraron un lugar entre los grandes de todos los tiempos.

La cifra más impresionante de Henderson no solo fue su récord de robos de por vida, sino sus 2,295 carreras anotadas, 81 jonrones como primer bate y su sorprendente longevidad en el juego, jugando hasta los 44 años.

Rickey Henderson no solo fue un innovador en el robo de bases, sino también un personaje único en el mundo del béisbol. Su estilo de bateo, agachado y temido, su capacidad para cambiar el curso de un juego en cuestión de segundos y su imponente presencia en el campo lo convirtieron en un verdadero fenómeno. Además de su impresionante rendimiento deportivo, su personalidad carismática lo convirtió en uno de los jugadores más adorados y respetados por compañeros y aficionados.

Nacido en Chicago el 25 de diciembre de 1958, Henderson creció en Oakland y desarrolló su amor por el béisbol mientras se destacaba también en baloncesto y fútbol americano en la secundaria. Aunque tuvo la oportunidad de jugar fútbol profesional, fue su madre quien lo alentó a seguir el camino del béisbol, algo que, como él mismo reconoció, resultó ser una sabia decisión.

Su legado es más grande que los números, el béisbol ha perdido a una de sus leyendas, pero su impacto en el deporte perdurará por siempre. Rickey Henderson se despide dejando un vacío imposible de llenar, pero su nombre seguirá vivo en cada robo de base que ocurra en los diamantes de Grandes Ligas.

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